Niños y frutos secos, ¿cuándo y cómo?

bebé con frutos secos

Como hemos podido ver en los artículos de nuestro blog, los frutos secos tienen múltiples beneficios para nuestra salud: energía, proteínas, vitaminas… Sin embargo, no siempre se ha aconsejado su consumo por parte de los más pequeños, ¿por qué?

¿Tienen riesgo los frutos secos para los bebés y niños pequeños?

La respuesta corta es: sí. Pero seguramente no sean los peligros que te imaginas.

Todos esos beneficios de los frutos secos de los que hemos hablado en innumerables ocasiones, también aplican a los pequeños de la casa. Entonces, ¿qué sucede para que durante un tiempo no se recomendaran para las primeras franjas de edad? Vamos a verlo.

Frutos secos y alergias

Los frutos secos forman parte de los grupos de alimentos catalogados como “potencialmente alergénicos”. En este grupo de alimentos podemos encontrar, aparte de los frutos secos, alimentos como el huevo, leche de vaca, ciertos pescados y muchos otros.

Sin embargo, se recomienda introducir todos esos alimentos una vez el bebé empieza la alimentación complementaria (alrededor de los 6 meses).

Es por esto que existen y se deben seguir las pautas generales de introducción de los alimentos potencialmente alergénicos. Lo mejor es acudir a un pediatra para que nos explique cómo introducir estos alimentos pero, en esencia, se trata de introducir estos alimentos de uno en uno (nunca introducir varios en la dieta al mismo tiempo), en ciertas cantidades y varios días seguidos, para poder valorar si provoca reacción alérgica en el niño o no.

Estas pautas son las mismas con los frutos secos. A nivel nutritivo son una opción muy completa y las posibles alergias que puedan surgir deberían tratarse como cualquiera de los otros alimentos de este tipo.

Es más, los últimos estudios sobre este tema empiezan a sugerir que retrasar la incorporación de frutos secos incrementa la posibilidad de alergias.

De hecho, aunque es anecdótico y de momento no se ha podido establecer una causalidad clara, es cierto que desde que en los años 90 se recomendara retrasar la introducción de frutos secos en la dieta de los niños, se han multiplicado las alergias de este tipo.

https://www.youtube.com/watch?v=Iz6x6zsKHN4

 

Atragantamiento

Una vez hemos visto cómo introducir y tratar los frutos secos en la dieta de un bebé o niño pequeño, vamos con el segundo gran riesgo: el atragantamiento.

La mayoría de los frutos secos tienen una forma que hacen que sea muy muy peligroso para bebés y niños pequeños tomar los frutos secos enteros.

La consistencia dura de los mismos, tamaño y forma hace que puedan ser un verdadero peligro para un niño que aún no ha desarrollado de manera completa su capacidad para masticar y tragar. Actualmente la Agencia Española de Pediatría recomienda retrasar la toma de frutos secos enteros hasta los cinco años.

Es alrededor de esta edad cuando el niño completa el desarrollo de sus dientes y muelas así como el resto de capacidades para poder comer casi cualquier cosa sin peligro.

¿Cuándo y cómo introducir frutos secos en la dieta de los bebés y niños?

Repasando todo lo anterior, debemos tener claro dos cosas a la hora de introducir los frutos secos en la dieta de los peques: seguir las recomendaciones para introducir alimentos potencialmente alergénicos y tener mucho cuidado con la forma de dárselos u ofrecerśelos a los niños; nunca jamás deben tomarlos enteros. Lo mejor es ofrecerlos triturados o molidos y en cantidades pequeñas.

Se pueden agregar junto con otros alimentos que sepamos que el bebé toler sin problemas y que le gusten, espolvoreando por encima la cantidad recomendada por nuestro pediatra, consumirlos en forma de manteca casera o realizar cualquiera de las muchas recetas que podemos encontrar en libros e Internet para introducir los frutos secos de una manera divertida y apetecible para el bebé.

Atendiendo a estos dos puntos, los frutos secos se convierten en un complemento ideal para la dieta, aportando todos sus beneficios al niño.

En resumen, en vez de retrasar su introducción, debemos atender a las pautas de seguridad de alimentos potencialmente alergénicos y echarle un poco de imaginación a su presentación para evitar que se tomen enteros.

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